Blog de Senderismo en Familia en Cartagena

Empezamos a hacer senderimo para fomentar nuevas experiencias vividas en familia en un entorno de Naturaleza; tener recuerdos comunes que unan a la familia; buscar un hobby común que nos guste practicar juntos; rescatar rincones cercanos pero desconocidos... ¡y mantenernos en forma! El objetivo de este blog es registrar y dar a conocer las diferentes rutas que hay en nuestra Región de Murcia, para practicar en familia el senderismo de forma sencilla, incluso con los más pequeños. Todo ello, de la mano de la familia Richart-Rodríguez.

domingo, 26 de octubre de 2008

El Monte de las Cenizas

A veces uno se pone a andar... y descubre parajes insospechados. Y esto nos ocurrió en esta ocasión. Sólo pretendíamos ir a un sitio fresco bajo los pinos donde comer. Se nos ocurrió ir al Campo de Golf (Los Belones). En esta ocasión, nos acompañó María Jacinta.

Pasada la entrada al Hotel Hyatt (que queda a la izquierda), al poco se encuentra a la derecha una amplia explanada donde dejar los coches, que suele estar bastante concurrida por los excusionistas. Justo allí se encuentran, a la entrada, unos pinos y fue allí donde paramos a comer. Porque habíamos salido muy tarde, casi a la hora de la comida, y el hambre se hacía notar ya.

Al terminar, pensamos dar un paseillo por allí. Al mirar a nuestro alrededor vimos que, cruzando la carretera principal (por la que habíamos venido) se divisaba un sendero en el monte. Cruzamos y nos dirigimos allí.

Empezamos a caminar por un pequeño senderito que, enseguida, se unió a un sendero ancho y bien marcado, que iba zigzagueando entre los pinos, siguiendo una y otra ladera de los montes del entorno. En una subida muy suave y fácil llegamos, al cabo de un rato a un lugar que no podíamos ni imaginar que existía allí: La Batería de Cenizas, un antiguo emplazamiento militar, abandonado ahora. Fue María Jacinta quien nos explicó qué era aquello. ¡Ninguno de nosotros sabía que existía nada parecido en nuestra tierra! Si es que no conocemos lo que tenemos a nuestro alrededor...

Desde luego, el emplazamiento tenía su razón de ser, porque se puede alcanzar a ver toda la bahía de Cartagena. Dicen incluso que, los días muy claros y despejados, se puede ver a lo lejos las tierras africanas.

Una vez allí, exploramos todo lo que pudimos del campamento. Lo más espectacular son los dos enormes cañones. Es típica la foto encima del cañón, por lo que he sabido después. Subimos a las torres de vigilancia (un poco sucias, por antiguos visitantes poco cuidadosos del entorno) e incluso llegamos a la casa (destrozada) del que debía ser el mando principal del campamento, con unas vistas envidiables.

Justo en esa parte, un poco más allá de la casa del comandante, hay un camino pequeño que desciende hasta una playa. Paco se puso a bajar por él, para ver si era muy empinado para bajar todos (pensando en Rebeca). Pero al no tener seguridad de dónde llegaba y, sobre todo, por la aparente dificultad de la bajada, decidimos no tentar a la suerte. Lo dejamos pendiente para otro día...

Una vez explorado todo el entorno de la Batería, regresamos al coche por el mismo camino ancho.

domingo, 19 de octubre de 2008

Circular de la Fuente (1)

La semana pasada nos quedamos con una ruta marcada, gracias a una compañera de Paco que vimos ya al final de la jornada. Hoy ha sido el día de explorarla. ¡Fantástica!

Para tomar la ruta, no hay más que seguir las diferentes señales que el Ayuntamiento ha apostado en cada cruce y cada cierto número de metros (Red de Senderos Naturales de la Región de Murcia). Van indicando la dirección del camino, los diferentes puntos a destacar y la distancia entre el siguiente punto y el anterior.

Este sendero se denomina "Circula del Cabezo de la Fuente" y el el PR-1 (MU).

Una vez aparcado el coche frente a la fuente del Los Belones, se toma el camino de la derecha (principal) hasta llegar a la bifurcación. Siguiendo al frente, se llega a la playa de las mulas. A la izquierda (junto a la verja de una casa) se encuentra el poste que indica el camino a seguir.

Pasamos junto a la Casa Roja (una antigua casa forestal, que ahora es de propiedad privada), que queda a mano derecha, y continuamos subiendo el pequeño repecho, hasta llegar a un montículo que será el primer mirador desde el que podemos observar el magnífico paisaje a nuestro alrededor: al frente, el Mar Mediterráneo, con un sinfín de calas; a la espalda, Los Belones, el campo de golf... A la izquierda (arriba), el Pico del Águila, al que estaremos rodeando durante un buen tramo de nuestro trayecto.

Siguiendo el camino, a veces se pierde a la vista lo que queda por venir. Es un sendero pequeño, entre montañas. En un momento dado, nos encontramos con un pozo profundo, vayado y tapado con una reja. Aún así, ¡¡máxima precaución!!

Pasado el tramo entre las montañas queda una bajada un poco escarpada por la cantidad de piedras puntiagudas que tiene. A los pies de ella, tomamos la opción de descender a una de las primeras calas para comer. Menos mal que estamos en otoño, porque una vez instalados... nos dimos cuenta que era una cala nudista (más a la derecha, tapada por un saliente de roca, queda otra cala...). Al poco rato de llegar, nos dimos cuenta que unos compañeros de trayecto se habían ido más allá, se habían desnudado, y se estaban adentrando en el mar... ¡Extranjeros, claro!

Retomamos el camino... y nos perdimos. El camino es fácil si se siguen las señales, pero nos despistamos y, por creer que no era necesario llegar hasta la playa de Calblanque, tomamos un pequeño sendero a la izquierda... ¡¡y nos comieron literalmente los mosquitos!! Tuvimos que empezar a correr, echándonos loción anti-mosquitos en cuanto pudimos detenernos, un buen trecho más adelante (dando gracias de que, una vez... por casualidad... se nos ocurrió echalo en la mochila...). A partir de ese momento, y aunque retomamos el camino correcto, los mosquitos fueron nuestros compañeros de camino, y tuvimos que recurrir más veces a la loción.

Pasada la playa de Calblanque, llegamos al mirador, un puesto hecho en madera que incluye información sobre este espacio natural así como unas vistas maravillosas, especialmente al caer de la tarde.

Tomamos el camino de regreso, por el interior (por eso es un circular). Pasamos por el Centro de Información del Calblanque, casas de Cobaticas y, finalmente, vuelta a la Fuente Grande de los Belones.

Un trayecto fantástico para hacer a partir del fresco del otoño, porque no hay sombras donde cobijarte y porque los mosquitos están más dormidos. A pesar de lo bien que lo pasamos y lo mucho que nos gustó el sendero, el resultado, al día siguiente, fue una espectacular reacción en la cara y brazos de Rebeca que le supuso la visita a urgencias. Desde entonces, NUNCA se nos olvida el spray anti-mosquitos.

domingo, 5 de octubre de 2008

La Playa de las Mulas

Nuestra primera intención era ir a la Playa de las Mulas, en los Belones, un itinerario que me queda en la memoria de mi infancia, cuando en alguna ocasión me iba con mis hermanos a bañarme aquí. La recordaba divertida, cansada y un senderito muuy estrechito pegado a la montaña... Cómo se visualizan las cosas de pequeño, y cómo cambian de mayor...

Para llegar a la Fuente Grande, es necesario llegar a Los Belones. En la calle principal, se toma la calle en cuya esquina está Cajamurcia. Es la Calle de la Fuente: todo recto, sin tomar ninguna desviación (hay que pasar una pequeña circunvalación, de construcción reciente). En la explanada de la Fuente, se puede dejar el coche. Hay un pequeño jardín, con bancos, donde se puede pasar un rato fresco, para los menos aventureros. La fuente es de agua potable, así que se pueden rellenar las cantimploras y botellas; de hecho, se puede ver a mucha gente que viene con sus bidones, a llevarse agua -supongo que mineral- de la fuente.

Tomamos el camino principal, dejando la fuente a la izquierda. Y seguimos un sendero recto, sin tomar ningún desvío a derecha o izquierda.

El trayecto es muy interesante, entre montañas de pizarra, que con el sol se vuelven casi cegadoras en algunos momentos... pero muy bellas. Enseguida se divisa el mar, y la vista y la brisa suavizan el camino y dan ánimos para llegar al final.

Finalmente, tras dejar llegar al último montículo justo antes de descender a esta cala (desvío a la derecha), nos dimos cuenta que estaba ocupada por varias personas y un perro (grande). Dado que el espacio no es grande allí, finalmente resolvimos bajar a comer a otra cala, a la izquierda. Ahora no recuerdo el nombre...

El acceso es más complicado, y aquí no hay arena, sino guijarros. Pero tras varios intentos, y varias vueltas infructuosas, tuvimos que tomar la decisión de no bajar. Especialmente, porque el calzado de Rebeca la había hecho resbalar en varias ocasiones, y casi caernos los tres, por ayudarla. Ahí tomamos la decisión de, cuanto antes, comprarle unas botitas de montaña.